Una piel limpia, hidratada, tersa y bien cuidada es uno de los grandes atractivos físicos que nos da una primera impresión de salud y lozanía. El primer paso para saber cómo cuidar bien nuestra piel es saber qué tipo de piel tenemos y en qué estado se encuentra. El paso de los años va dejando su huella en nuestra piel, pero también es cierto que la falta de cuidados y los malos hábitos alimenticios y de vida van restando frescura y salud.

La piel también es el órgano más expuesto a las agresiones externas, además de verse muy afectada por factores como la alimentación, las alergias, el estrés, los cambios de estación, etc. Su cuidado y protección es muy importante y es fundamental conocer cómo es nuestra piel. Las distintas zonas que apreciamos y cómo podemos describirla para saber cómo cuidarla de forma correcta.

Piel normal
La piel normal se caracteriza por ser suave al tacto y presentar un tono uniforme y una textura tersa y con los poros cerrados y poco visibles. Suele ser una piel con un buen nivel de hidratación y sin apenas imperfecciones, además de tener buena respuesta ante los cambios de humedad, temperatura o ante la contaminación o los rayos UVA.

Piel sensible
La piel sensible es una piel reactiva ante cualquier agresión externa o por alimentación y hábitos. La piel no puede cumplir su función como barrera natural ante el exterior y se deshidrata y deteriora rápida y fácilmente. Es por ello es preciso acudir a un dermatólogo para un diagnóstico y un tratamiento médico que ayude a cuidar la piel y frenar los efectos de los ataques.

Piel grasa
La piel grasa ofrece un aspecto brillante y con poros dilatados, puntos negros, granos y una textura irregular. La grasa, espinillas y granitos suelen concentrarse en la conocida como zona T, esto es, la frente, la nariz, especialmente las aletas de la misma, y la barbilla. Es, en general, de lozanía más duradera que la piel seca, pero con más imperfecciones y con necesidad de cuidados y tratamientos especiales para reducir el nivel de grasa segregada por las glándulas sebáceas de la piel, más grandes y numerosas.

Piel seca
La piel seca es el tipo de piel más bello y sin imperfecciones en la primera juventud, pero con tendencia a tener poca elasticidad, desescamarse fácilmente y requerir también de muchos cuidados. Suele verse afectada por cierta tirantez, aspereza y ser muy sensible al frío, a los rayos solares y a cualquier factor externo o interno que le afecte. Una piel muy fina y frágil que es preciso mantener hidratado y nutrido para evitar su envejecimiento.

Piel mixta
Es de las más habituales ya que la piel no suele ser homogénea y suele presentar zonas más secas o más grasas. Las pieles mixtas pueden presentar zonas de poro muy cerrado, normalmente en la zona de las mejillas, y zonas con poros más abiertos y con grasa en la zona de la nariz o la barbilla. También precisa muchos cuidados y encontrar el cosmético y el tratamiento que sepa dar respuesta a las necesidades de cada zona.